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domingo, 18 de marzo de 2018

Como una danza

Una de las cosas que siempre me llamó la atensión es la forma
 en la que se embellece la piel de las personas que se dan masaje. 

Justo al terminar el brillo de su rostro aumenta, 
sus músculos están relajados, su piel más clara y luminosa.

No hablo de un masaje facial, sino del corporal.
Estos efectos se desarrollaban en la piel de todo el cuerpo.
Obviamente la facial es la más visible.

Con los años me di cuenta que la piel es un órgano que agradece cualquier cosa que hagamos por el
y casi más importante,
 repercute en todo el organismo.

Con la utilización de aceites calientes conseguimos eliminar toxicidad, 
algo muy bien conocido en Ayurveda.
También sabemos que los aceites 
nutren, hidratan y mantienen la piel elástica, tersa, suave. 

Estos aceites aplicados en caliente,
 abren los poros y ayudan a provocar una pequeña hiperemia
 que implica que los tejidos drenen y eliminen toda la toxicidad, aún en mayor cantidad. 

La sangre encargada de nutrir, oxigenar y renovar los nutrientes, 
que tan necesarios son para las células,
se hace presente a base de presiones, fricciones, amasamientos,...

El masaje es como una danza que estimula la renovación de la vida celular.

Se drenan los tejidos, se renuevan los fluidos corporales, 
aquellos estancados son eliminados, restaurándose el equilibrio. 

El cuerpo recuerda su estado original energético y saludable.
El proceso comienza con la simple predisposición de querer producir el cambio, 
el cambio continua en el organismo hasta semanas después de la aplicación del masaje.


¿Y que ocurre con aquellos masajes en los que no se aplica aceite?
El movimiento de las manos a través del cuerpo, el recorrido de los canales energéticos, 
la compresión y descompresión de los tejidos, los estiramientos,..
todos confluyen para que la energía se restablezca,
la energía que fluye a través de la sangre que recorre el cuerpo.
El oxigeno y los nutrientes llegan para quedarse, los desechos se van para no volver.
El proceso aparentemente es distinto, pero en realidad el resultado es el mismo.

 El masaje es como un danza, la sangre es la canción 
y los procesos  que ocurren son bailados por el cuerpo. 
Cuando esta suena la sangre fluye y todo se renueva.
La energía se restablece y todo vuelve a su equilibrio natural.

Así la piel nutrida oxigenada y renovada, se llena de vida.
 Restablece su equilibro y la piel se muestra iluminada, con tono e hidratada en profundidad.
 Y es por esto que la piel se embellece con el masaje.

Besos a tod@s. Sean felices

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